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[La máquina del tiempo] La semilla del diablo

Roman Polanski ha reaparecido en Cannes con la película D’après une histoire vraie, protagonizada por Eva Green y Emmanuelle Seigner y basada en la novela de Delphine de Vigan. La cinta, que clausuraba el festival, no ha obtenido grandes críticas, y ya se habla de ella como obra menor del director. Difícil tarea para Polanski la de igualar sus trabajos pasados, entre los que se encuentra la película que recordamos hoy: La semilla del diablo.

A pesar de la pésima traducción de título (en versión original, Rosemary’s baby) que evoca a la serie B, La semilla del diablo sentó precedente para el cine de terror psicológico, y es considerada como uno de los máximos referentes de este género. Cuando Rosemary se queda embarazada, los recuerdos de cómo concibió a su hijo están borrosos, y solo recuerda vagamente a una extraña criatura. A medida que el embarazo avanza, la protagonista se dará cuenta de que algo sobrenatural ocurre con el bebé. La premisa de la película es atrevida, y se arriesga a mostrar de forma negativa algo tan dulce como la maternidad. Sitúa como enemigo a algo tan cándido como un bebé. Da una vuelta de tuerca a esa maldad obvia de películas clásicas como Nosferatu o El gabinete del doctor Caligari.

Juega un papel importante en la trama el factor psicológico. Como espectadores, vamos cayendo poco a poco en la locura al mismo tiempo que Rosemary, y sentimos la asfixia de la conspiración del resto de personajes contra ella. El descenso a la locura es un tema recurrente en el cine de Polanski, como se puede ver en títulos como Repulsión o El quimérico inquilino. Encontramos muchas similitudes con esta última como por ejemplo el papel de los vecinos como elemento oscuro y desestabilizador de la salud mental del protagonista.

Mia Farrow en La semilla del diablo.

La semilla del diablo recurre a lo sobrenatural, a la brujería, para ofrecer lo que podría considerarse una paradoja del lado oculto de la maternidad y el matrimonio explotando, como es habitual en el director, la cara menos amable de la naturaleza humana. Cabe destacar también el papel que juega el bloque en el que reside la pareja protagonista, como foco del mal y desencadenante de la historia. La cinta fue rodada en el edificio Dakota, que carga con la leyenda de estar encantado, y que fue escenario del asesinato de John Lennon.

Esta película es de visionado obligado no solo para los amantes del género, sino para los amantes del cine con mayúsculas. Una dirección magnífica para una película en la que todo funciona: guion, personajes, y actores, con una Mia Farrow en el papel de su carrera. Posiblemente la obra más destacada y destacable de la filmografía del realizador polaco.

A pesar de las irregulares críticas, Polanski es un reclamo en sí mismo para ir al cine. Así que hasta el estreno de D’après une histoire vraie, que aún no tiene fecha, qué mejor que volver a ver La semilla del diablo, o directamente toda la filmografía de uno de los mejores directores de cine de la historia.

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