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    [TOP 5] Lo mejor del Atlántida Film Fest 2018

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    Vamos con el TOP 5 del Atlántida Film Fest

    A poco más de una semana para la finalización de su programación online, el Atlántida Film Fest se ha consolidado en su edición de 2018 como uno de los festivales claves en España de la mano de Filmin, apostando firmemente por el cine independiente y proporcionando a los espectadores la oportunidad de disfrutar muchas de esas películas de menor escala que se quedan habitualmente fuera del circuito comercial de nuestro país.

    Hacemos especial hincapié en aquellas obras que por sus contenidos, por sus formas y sobre todo por sus mensajes, han conseguido quedarse en nuestra cabeza a lo largo de este mes de Atlántida Film Fest.

    A Viva Voz (Stéphane de Freitas y Ladj Ly)

    speak up

    Protagonizada por un grupo de estudiantes franceses, A Viva Voz nos narra la preparación de todos ellos para participar en un concurso de oratoria, el Eloquentia, donde múltiples jóvenes de los suburbios del norte de París se enfrentarán usando la palabra como único arma de batalla. Exhibida en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla y habiéndose paseado por el New York Film Festival, A Viva Voz fue nominada este mismo año a los Premios Cesar (los Goya franceses) en la categoría de Mejor Documental.

    Dirigida por Stéphane de Freitas y Ladj Ly, la cinta desenvuelve todo su discurso en torno al vital interés e importancia del discurso en sí mismo, como método de libertad, conocimiento y expresión. Desde la política a la salud, la raza o el feminismo, son incontables los temas de actualidad que se tocan en A Viva Voz por parte de los estudiantes en su retórica, convencidos y deseosos de expresarse sin el más mínimo reparo, y dispuestos a escuchar las opiniones de sus compañeros, algo casi más importante a la hora de ver, entender y analizar el mundo que nos rodea.

    No deja de sorprender el hecho de que, aún sabiendo la relevancia de la oratoria en el método educativo, nuestros vecinos franceses parezcan ir un paso por delante del resto, regalándonos ejemplos de iniciativas como estas, dedicadas a las futuras generaciones, y que a más de uno nos habría encantado tener para nosotros mismos en el sistema educativo español. Una cinta motivadora y llena de tolerancia. Un alegato directo y conciso a la belleza y el poder de la palabra. Una obra hecha a medida para las escuelas y profesores empeñados en ir cambiando poco a poco el sistema educativo. Si tenéis que elegir un documental para ver en este Atlántida Film Fest, que sea A Viva Voz.

    Ian McKellen: Tomando Partido (Joe Stephenson)

    Atlántida Film Fest

    Resulta complicado imaginar a alguien que, en 2018, no reconozca o al menos haya visto alguna vez el trabajo de Ian McKellen. Formado en el teatro desde temprana edad, el actor inglés cuenta en su haber con incontables premios, desde los Tony de teatro hasta los Emmy y Globos de Oro. En su filmografía, alguno de los papeles más icónicos del cine. A lo largo de su carrera, McKellen se ha puesto bajo la piel de Gandalf el Gris en El Señor de los Anillos, Magneto en las X-Men de principios de siglo, el eterno Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle y hasta el Ricardo III de Shakespeare.

    En su documental, no es otro que él mismo quien nos va relatando las diferentes etapas de su vida, acompañado por imágenes de archivo de todos los acontecimientos relevantes en su carrera, y hasta recreaciones dramáticas de su infancia. Sin embargo, si algo hace que la cinta se convierta en algo más que una mera biografía es una inmersión de lleno en aquellos asuntos que le preocupan, no como actor, sino ya como persona. Comprometido con el movimiento LGBT desde que hiciese pública su homosexualidad a los 49 años, McKellen nos muestra su cara más amable y debatiendo acerca de aquellas diferencias entre la mentalidad de la juventud en la que él creció y la actual.

    Es en su recta final cuando Ian McKellen se vuelve más vulnerable si cabe frente al espectador, confesando a cámara, y con el humor que le caracteriza, su miedo a la muerte, sobre la que reconoce no pasar un día sin pensar en ella. En Tomando Partido, el director Joe Stephenson nos proporciona un enfoque único e íntimo para conocer en primera persona a uno de los actores británicos más carismáticos del último medio siglo. Lo que en otras ocasiones sería un documental biográfico póstumo, Ian McKellen tiene la sabiduría y la inteligencia para dejarlo grabado en vida, siendo él mismo quien nos descubra su trayectoria. Un auténtico regalo para todos sus fans.

    Frost (Sharunas Bartas)

    Atlántida Film Fest

    Estrenada en la Quincena de Realizadores de Cannes en el pasado 2017, Sharunas Bartas viaja de lleno al centro de la guerra que actualmente tiene lugar entre Rusia y Ucrania. Los protagonistas, Mantas Jančiauskas y Lyja Maknavičiūtė, se disponen a llevar ayuda humanitaria para el conflicto en una furgoneta, rumbo a Ucrania. Por el camino, además de encontrarse de lleno con el horror y la violencia de la guerra, se cruzarán con múltiples periodistas de guerra.

    Tras su anterior película, Peace to us in our dreams, Sharunas Bartas continúa en Frost con esa línea reflexiva y meditativa que parece bañar sus últimos trabajos. Sin embargo, aquí el ratio de acción es mucho mayor, resultando una película mucho más diversa, pero quizás menos redonda. El ritmo de la cinta se rompe entre una primera mitad más pausada, y un desenlace donde los acontecimientos comienzan a sucederse sin pausa alguna. De cualquiera de las maneras, hay varias escenas en Frost que por sí solas ya muestran el gran talento de Sharunas Bartas para el discurso.

    «Hoy ha habido mucha charla, Demasiado ruido. […] El silencio está bien. No me da miedo el silencio.»

    Infinitamente especial la secuencia de la habitación entre el protagonista y una periodista interpretada por Vanessa Paradis, dispuesta a comerse la cámara en poco más de cinco minutos. Un oasis de calma, humanidad e intimidad en medio de una cinta decidida a marcar su fuerte carácter político.

    Una película fría en sus formas pero rebosante de ideas, sin el más mínimo pudor a dialogar sobre las causas de la guerra, el sentimiento de identidad nacional, los separatismos, el amor, la muerte y el deber de cada persona para con su país. Una cinta con la suficiente fuerza como para, al menos, provocar una reflexión en el espectador.

    The Wild Boys (Bertrand Mandico)

    Atlántida Film Fest

    The Wild Boys supone la ópera prima de Bertrand Mandico, tras una incansable carrera en el cortometraje. Presentada en la pasada Semana de la Crítica del Festival de Venecia, la película hizo también acto de presencia un par de meses más tarde en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

    Con un aire inconfundible a La Naranja Mecánica en sus inicios, un grupo de cinco jóvenes, todos ellos de buena familia, cometen un crimen contra su profesora. Como castigo, son enviados en un crucero junto a un capitán, acabando en una misteriosa isla repleta de fantasía.

    En su discurso, Bertrand Mandico se mete de lleno en el terreno de lo sexual y lo físico, tratando los límites entre géneros habitualmente impuestos por la sociedad. Lo que quizás llame más la atención del espectador es conocer que sus cinco chicos protagonistas están interpretados en realidad por mujeres, una decisión valiente y original que le da un toque único a la película.

    Fotografiada en su mayoría en un elegante blanco y negro, la cinta juguetea con la puesta en escena de unos escenarios de carácter casi teatral en su sencillez, pero decididamente fantasiosos y casi alucinógenos en su diseño. Para completar la propuesta, Mandico decide aplicar color a la fotografía en una cuidada selección de escenas, aportando un aire más imaginativo si cabe a la obra con destellos de malvas y naranjas que suponen todo un deleite para los ojos.

    Sin lugar a dudas, una de las películas más locas, raras e inesperadas del último año, dispuesta a dar que hablar y generar conflicto. No gustará a muchos, pero quien caiga en sus encantos, va a ser difícil que se olvide de ella.

    Blue My Mind (Lisa Brühlmann)

    La joya de la corona de este Atlántida Film Fest. Estrenada en la sección Nuevos Directores del pasado Festival de San Sebastián, y paseada por festivales como el de Zurich, Buenos Aires o Rotterdam, la ópera prima de Lisa Brühlmann se articula en torno al clásico coming-of-age. De carácter en este caso femenino, Blue My Mind transita por unos moldes ya horneados recientemente por el cine europeo.

    Las imágenes de una niña junto a la orilla en lo que parece una cala desierta, abren la película. Mia (Luna Wedler), una chica de 15 años, se muda junto a sus padres a las afueras de Zurich. Obligada a instalarse en un nuevo instituto y comenzar a entablar relaciones desde cero, la protagonista comienza a reaccionar casi por instinto. A su vez, los cambios corporales empiezan a hacer acto de presencia en la joven con la primera menstruación, provocando un torbellino de sensaciones que no termina de comprender.

    En sus primeros pasos, la cinta se encamina por la senda del cine norteamericano adolescente, llegando a comparársela con Chicas Malas e incluso ese terror a lo Carrie que se intuye por venir. Nada más lejos de la realidad, Blue My Mind se reorienta rápidamente, asentando sus cimientos sobre el suspense. Una adaptación al medio de lo más pura por parte de una protagonista que, por momentos, se siente como un pez fuera del agua.

    Habitual en esa corriente del cine a la que la obra de Lisa Brühmann busca adherirse, no faltan las drogas o el sexo como vértebra de la rebeldía y la evasión adolescente. Coqueteando de manera directa con el body horror, Blue My Mind se erige poco a poco en un drama envuelto en el descubrimiento de la identidad y el físico personal, para acabar desembocando en una fantasía clásica y mitológica traída al presente. El cuerpo propio como un enemigo desconocido al que enfrentarse, pero ante el que resulta difícil no terminar cediendo.

    El juego con lo secreto y la especulación sobre lo que está por suceder, serán una constante para el espectador en esta cinta. El tempo pausado y reflexivo, de marcado carácter europeo, se alternan cíclicamente con unos cambios de ritmo repentino y salvajes, de impulso casi animal. Impecable la dirección de Lisa Brühlmann, explorando el cuerpo femenino de manera fría, casi analítica, y permitiendo a la cámara flotar sobre la protagonista. La fotografía no para de sumar, envolviendo a Mia en tonos fríos para su día a día, y bañándola con destellos de calidez en la intimidad de su habitación.

    Intachable de igual manera el trabajo de la protagonista, Luna Wedler, consiguiendo que en hora y media de metraje termines convencido de llevar varios años conociéndola. Pese a lo desconcertante y salvaje de su carácter, la actriz suiza consigue dar un toque de feminidad indudable a su personaje. Si sus elecciones y el cine se lo permiten, esta sirena pálida de mirada fría y labios rojos va a dar mucho que hablar en el futuro. Con 19 años, queda sangre fresca para el cine europeo.

    Con retazos del Crudo de Julia Ducournau en lo físico, del Cisne Negro de Aronofsky en lo rítmico, y hasta del cine de Grandieux en lo formal de alguna escena, Blue My Mind se va ganando su humanidad en cada plano, buscando un giro de guión que termina por triunfar no por simple sorpresa, sino por suponer además el punto clave para elevar el drama e impulsar el último tercio de la película.

    Un círculo casi perfecto el armado por Lisa Brühlmann para narrarnos una fábula repleta de corazón y con un mensaje de tolerancia y cooperación lo suficientemente sutil como para no repeler. Sin lugar a dudas, la sorpresa más disfrutable de esta octava edición del Atlántida Film Fest.

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