Tras su curioso paso por la Comic-Con de San Diego y su estreno fuera de competición en el Festival de San Sebastián, el último trabajo de Oliver Stone se presenta en nuestras pantallas. Snowden viene cargado de polémica, como suele ser habitual en los trabajos del director estadounidense, por las interpretaciones de la historia a tratar y lo reciente de la misma. Pero polémicas aparte, la historia de Edward Snowden y su paso por la CIA y la NSA era digna de ser plasmada en el cine y nadie mejor para ello que un director como Oliver Stone.
Snowden, mito y realidad
Edward Snowden era un joven con aspiraciones militares como cientos otros en Estados Unidos, pero su complexión impidió que terminase su carrera en los marines y tuviese que buscar otros campos donde ayudar a su país a luchar contra amenazas externas. Inquieto, patriota, pero sobretodo inteligente, Snowden rápidamente asciende como analista de la CIA y pasa a trabajar en el servicio de contraespionaje digital. Poco a poco el cinismo del servicio secreto estadounidense comienza a hacer mella en él, logrando que se replantee su labor en todo esto. Analista, agente de compa y finalmente contratista de la CIA y la NSA, Snowden va acumulando años de experiencias y de turbios secretos del servicio secreto, hasta un día, a costa de su propia libertad, decide hacerlas públicas en la prensa internacional.
Si el documental Citienfour (que de hecho, ocurre durante el transcurso del argumento de la película de Oliver Stone) ya explicaba las filtraciones que el agente filtró a periódicos como The Guardian o The Washington Post, Snowden se centra en su vida personal y sus motivaciones. La cinta ahonda en el planteamiento de qué es lo que tiene que pasar delante de los ojos de un convencido patriota americano para replantearse sus valores principales y destapar los secretos de la inteligencia de su país, aunque ello le cuesto no volver a su país nunca más o incluso temer por su vida.
Verdades impactantes y ficción efectista.
El principal argumento que se puede esgrimir en contra de Snowden es que no es una película imparcial. Edward Snowden es demasiado santurrón, patriota y altruista. Incluso cuando se separa de su pareja, la bailarina Lindsay Millis, no se incide demasiado en el drama familiar, quedando relegado a un segundo plano por la trama política. Efectivamente la película es parcial, pero el cine de Oliver Stone lo es y resulta ridículo decir que un biopic pueda ser objetivo. Stone como siempre busca remover conciencias, hacer reflexionar acerca de qué clase de gobierno están permitiendo los estadounidenses, qués es lo que sacrifican en aras de la seguridad. Es en esa parte donde Oliver Stone se crece, ofreciendo información clara, intentando hacer un documental de una ficción y quizás no consigue hacerlo del todo.
En el apartado técnico la película tiene una factura impecable, como es de esperar. La inclusión de elementos reales dentro de la historia, las declaraciones de los jefes de la CIA por aquel entonces e incluso la charla que el propio Snowden dio en la universidad resultan naturales y bien hiladas. La historia desarrolla a un ritmo demasiado pausado para el tipo de historia de espías que promete el trailer, pero las filtraciones del agente son suficientemente interesantes para mantener en vilo al espectador. Joseph Gordon-Levitt está casi irreconocible en su caracterización como Edward Snowden, tanto en su voz como en su expresión corporal, mientras que lamentablemente la actriz de la saga Divergente, Shailene Woodley aporta más bien poco, resultando un rostro reemplazable en todo momento.
Stone ha vuelto a hacer un gran trabajo, que si bien no es el mejor de su carrera, resulta impactante y sobrecogedor, contando la vida de un auténtico espía de nuestros tiempos. Durante el pasado Festival de Cine de San Sebastián tuvimos el placer de hablar con Oliver Stone en persona y esto es lo que nos dijo.
