Pavor al más puro estilo “Spielberiano”
En agosto de 2019 llegaba a los cines Historias de miedo para contar en la oscuridad, una película dirigida por André Øvredal que parte de una historia original de Guillermo del Toro, quien también es uno de los productores del largometraje.
Lo curioso del filme es que, pese a que está ambientado en 1968, también evoca la década de los ochenta y saca a relucir multitud de similitudes con los clásicos de terror adolescente de grandes figuras como Stephen King o Steven Spielberg.
Historias de miedo para contar en la oscuridad nos sitúa a finales de la década de los 60. En plena noche de Halloween, mientras huyen de unos abusones, Stella, Auggie y Chuck conocen a Ramón, un misterioso joven que acaba de llegar al pueblo. Para enseñarle al recién llegado la esencia halloweenesca del vecindario, Stella decide llevar a los tres a una casa embrujada. Años atrás, Sarah Bellows, que vivía encerrada por su familia en el sótano de la vivienda, solía contar historias de terror a través de las paredes a todos los niños que pasaban por allí, quienes terminaban muriendo o desapareciendo en extrañas circunstancias. La leyenda dice que, quien visite la casa de noche y le pida al espíritu de la joven que le cuente una historia, morirá. La pesadilla comienza cuando Stella hace esa petición a Sarah.

Historias de miedo para contar en la oscuridad: un viaje en el tiempo
El reparto del largometraje está formado por Zoe Margaret Colletti (Stella), Michael Garza (Ramón), Austin Zajur (Chuck), Gabriel Rush (Auggie), Austin Abrams (Tommy Milner), Natalie Ganzhorn (Ruth), Dean Norris (Roy Nicholls) y Gil Bellows (jefe de policía), entre otros.
Por lo general, las interpretaciones son bastante notables. Todos hacen un buen trabajo, aunque no consiguen transmitir al espectador un gran nivel de terror, sino más bien establecer cierto halo de misterio entorno a la trama.
Si nos centramos solo en los personajes, resultan bastante típicas sus características. Tenemos a los dos amigos graciosos de la protagonista, a la hermana de uno de ellos, al chico misterioso que termina prendido de Stella y al joven villano que acaba siendo el primero en sufrir las consecuencias.
Respecto al guion, todos los acontecimientos suceden a muy buen ritmo. Nos encontramos frente a un clásico de miedo adolescente plagado de terrores estereotípicos, como las arañas o los espantapájaros. Aun así, la historia resulta entretenida y te hace interesarte por lo que pueda ocurrir en esa segunda parte que, tal y como finaliza la película, parece que tendremos tarde o temprano.

Un filme para pasar un rato agradable
La estética juega un buen papel en la historia. La fotografía resulta muy atractiva en diversas ocasiones y consigue recrear un ambiente de lo más acertado y acorde con el texto.
Esta ambientación consigue completarse también con la melodía por excelencia de la película, es decir, la canción que emite la caja de música de Sarah Bellows, la cual nos transporta a un pasado triste y sobrecogedor.
Por lo general, la dirección del largometraje por parte de Øvredal es muy acertada, cumpliendo con su cometido correctamente. Historias de miedo para contar en la oscuridad está disponible en Netflix. ¿La has visto ya?






