La antología de Ryan Murphy se recupera del descalabre.
A falta de que se estrene el último capítulo, ya se puede afirmar que ‘American Horror Story: My Roanoke Nightmare’ es una de las mejores temporadas de la antología de terror creada por Ryan Murphy (aunque sigue sin superar a ‘Asylum’ y ‘Murder House’, en ese orden), la cual parecía abocada al olvido televisivo tras tres temporadas desastrosas con las que el pluriempleado productor no consiguió aterrorizar a todos aquellos fans que estábamos deseando volver a disfrutar del estilizado terror de esta gran serie.
Para mí sus dos grandes aciertos, aparte de la interesantísima trama, han sido básicamente, apartar a Lady Gaga del primer plano (por mucho que digan los Globos de Oro no es una buena actriz) y devolverle a Kathy Bates el protagonismo que siempre se ha merecido con dos personajes que ha sabido exprimir a la perfección, ya sea para dar miedo (con The Butcher) o para explorar los límites de la locura (con Agnes Mary Winstead).
Por supuesto, el haber desarrollado la historia a través de un falso documental, que más tarde se reconvierte en un sangriento reality, que hace uso de toda la tecnología audiovisual habida y por haber, ha sido la gran sorpresa de la temporada y lo que ha conseguido que ‘My Roanoke Nightmare’ se sitúe entre lo mejor de este 2016 televisivo.
No obstante, a pesar de sus muchos logros, esta sexta entrega de ‘AHS’ también ha sufrido el error que comete Ryan Murphy en prácticamente todas sus series: el olvido de personajes. Puede que me esté adelantando y el último capítulo lo resuelva todo, pero aun así me sigue pareciendo un crimen no haber desarrollado más la historia de la bruja que tiene el poder para convertir a todo el que ella quiera en una aparición inmortal con ansias de sangre. ¿Cuál es su objetivo? ¿Por qué se enamoró de Matt?