Tras la renovación de la 30 temporada por parte de FOX, Los Simpson se han convertido en la serie con más temporadas, y por consiguiente, capítulos de la historia de la televisión.
Si el 1989 fue importante por la caída del muro de Berlín, también cabe destacar la importancia del inicio de esta mítica y épica serie, que nos ha acompañado a tantos y en tantos momentos.
Siempre hay controversias en sí debería seguir o no esta serie, ya que tiene tantos amantes como detractores. Está cargada de parodias totalmente delirantes y sin sentido. Que hacen que te quedes así, sin sentido. Bien sea porque te llegan al alma y hacen que rías o por no provocar ninguna reacción, ya sea buena o mala, en el espectador.
Si algo tienen de especial Los Simpsons son las características y las vidas tan peculiares de nuestra familia amarilla. Aquella que convive con problemas y circunstancias casi irreales (porque dentro de lo irreal de la serie, hay algo de verdad).
Las críticas a la sociedad y a la política de los Estados Unidos son dos de los temas presentes aquí. Claro ejemplo, es la visión de la corrupción con la imagen de Quimby, alcalde de Sprinfield.
Si bien hablamos del enganche que tiene, es quizás a la duración de sus capítulos. Son rápidos, directos y claros. Veintidós minutos llenos de anécdotas, risas y mucho humor (humor que quizás no cala en todos los espectadores y por eso no gusta).
Considero que es una serie de aprendizaje, porque pasan de capítulos de Historia de Estados Unidos a capítulos llenos de contenido en Halloween, Navidad, la Pascua, etc.
Desde mi humilde opinión, la serie no puede acabar aún. Porque es una forma de entretenimiento, de diversión y de evasión. Una evasión real que hace que te olvides de los problemas que tienes, por un rato.