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    [Top 5] Natalie Portman, la más lista de la clase

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    Una vez terminada la temporada de premios y habiendo digerido todas las películas implicadas, podemos decir sin miedo a equivocarnos que una de las grandes olvidadas del año fue Jackie, la cinta dirigida por el chileno Pablo Larraín. Aprovechando esto y para hacer un poco de justicia, nos disponemos a dar un pequeño paseo por la carrera de la mujer que hizo posible ver de nuevo a la primera dama por excelencia de los Estados Unidos en la gran pantalla: Natalie Portman.

    La actriz nacida en Jerusalem, de padre israelí y madre norteamericana, puede presumir a sus 35 años de tener una de las filmografías más variadas de Hollywood. No es ninguna sorpresa el conocer que a día de hoy va camino de haber participado en medio centenar de obras desde que con tan solo 12 años debutara dándole la réplica a Jean Reno en León: el profesional, y de paso robándole cada plano en que hacía acto de aparición. Desde aquel momento, su carrera se lanzó al estrellato en lo que parecía que iba a ser el siguiente caso de niño estrella que termina estrellado, tras los pasos de otros como Macauly Culkin, Lindsay Lohan o las gemelas Olsen (familia de la que por suerte salió indemne Elizabeth). Pero gracias a una gran elección de papeles secundarios y personajes acordes a su edad, en los que como ella misma ha explicado tuvieron bastante que ver sus padres, llegando a incluir cláusulas en sus contratos para evitar escenas inadecuadas para una menor de edad, y gracias también a su firme decisión por no abandonar los estudios, podemos seguir disfrutando más de veinte años después de cada paso que da en su carrera.

    Ya con 18 años y decidida a independizarse, Portman comenzó a participar en películas mucho más comerciales, en una jugada que casi le cuesta su carrera en el mundo del cine. ¿La culpa? Una trilogía independiente y con poco seguimiento. Sí, Star Wars, la floja e innecesaria serie de precuelas ordenadas por un George Lucas ansioso de seguir haciendo billetes a costa de su reputación. Nada nuevo en el paraíso de Hollywood. «Cuando La amenaza fantasma se estrenó nadie quería contratarme. Todo el mundo pensó que era una actriz horrible. Estaba en la película más taquillera de la década pero ningún director quería contratarme», declaraba en una entrevista al New York Times. Tuvo que ser el director Mike Nichols el que la recomendara para Cold Mountain, ejerciendo de una suerte de padrino cinematográfico, y dándole un par de años más tarde uno de los papeles claves de su carrera, el de la stripper Alice en la maravillosa Closer, con la que además conseguiría su primera nominación a los premios Óscar.

    Mientras volvía a pelear por su hueco en Hollywood y al contrario de la mayoría de actores cuyo sueño por llegar a la cima les supone una rápida excusa para abandonar los estudios, Natalie Portman no dudó ni un instante a la hora de dar prioridad a sus estudios, decantándose por la carrera de Psicología en la Universidad de Harvard, donde consiguió una de las mejores notas de su promoción y tras lo cual ha llegado a publicar dos ensayos científicos. En 2015, más de diez años después de terminar sus estudios volvió al campus para dar un discurso a los alumnos recién graduados, donde no se cortó en reconocer las múltiples críticas que recibía entre los compañeros por elegir estudiar antes que hacer el doble de películas, a las que la actriz respondía contundentemente: «No me importaba que la universidad me pudiese arruinar la carrera. Prefiero ser inteligente a ser una estrella de cine». Natalie Portman en estado puro. La misma que en toda su carrera no ha dado ni una declaración comprometida y no se ha visto envuelta en ni un sólo escándalo mediático. Una mujer que con cada declaración demuestra que, antes de hablar, prefiere escuchar; y que de igual manera no duda en responder a cada pregunta de los periodistas con una sonrisa en la boca.

    Tras todo esto y ya con más películas en su haber, la israelí decidió olvidarse por un tiempo de las grandes producciones, eligiendo sus proyectos sabiamente y codeándose con creadores de reconocido prestigio internacional que, a día de hoy, pueblan su filmografía, como Wong Kar-Wai en My Blueberry Nights, los por entonces «hermanos» Wachowsky en V de Vendetta, Michael Mann en Heat, Woody Allen en Todos dicen I Love You, Wes Anderson en Viaje a Darjeeling, Darren Aronofsky en Cisne Negro o Terrence Malick en la reciente Knight of Cups y la próxima Song to Song. Una excepción fue su participación en las dos primeras entregas de Thor, la adaptación al cine del superhéroe, de las cuales parece haber salido espantada, vista su ausencia en futuros proyectos del universo Marvel.

    La actriz, a su vez, decidió dar recientemente el salto a la dirección en lo que para ella fue un paso natural y necesario con A tale of Love and Darkness, un drama aún inédito en España, rodado en su tierra natal y en hebreo, demostrando una vez más el enorme respeto que tiene a sus orígenes y a su cultura, volviendo a sus raíces en cuanto tiene ocasión a pesar de llevar toda la vida alejada de su país de nacimiento. Pocas figuras en el mundo del cine ponen tanto empeño por visibilizar a su pueblo y sus historias. «Ponerme a dirigir es mi manera de reemplazar deseos antiguos por otros nuevos. En mi trabajo siempre busco nuevos desafíos, cosas que no estoy segura de poder hacer y muchas veces, efectivamente, no soy capaz de hacerlas y termino fallando. Pero eso es lo que lo hace interesante. No hay nada que me permita conocerme mejor a mí misma que mis fallos. Además, dirigir es una manera de comenzar de nuevo. Y si así puedo convertirme en una joven directora mientras me hago mayor como actriz, bienvenido sea.«, reconocía en una curiosa entrevista vía e-mail con el escritor Jonathan Safrar Foer, al que comenzó a escribir tras leer uno de sus libros.

    A pesar de todo esto, sigue habiendo unos pocos críticos y periodistas del mundo cinematográfico que no dudan en seguir considerando a la actriz ganadora de un Óscar como una actriz aún enfrascada en su etapa adolescente y sin mucho criterio a la hora de escoger proyectos. Por si alguien piensa como ellos y todavía duda de la valía de Natalie Portman, no sólo como actriz sino como persona, aquí va una pequeña lista de los trabajos que mejor representan su larga carrera:

    Bonus. Algo en común (Garden State, 2004, Zach Braff)

    Durante la etapa en que nadie parecía interesarse por su trabajo, Natalie Portman decidió participar en varias películas de menor escala, entre las cuales sin ninguna duda destaca la cinta indie que suponía el debut en la dirección del actor Zach Braff. En ella, Natalie encarna a una joven algo excéntrica pero con una adorable tendencia a la mentira compulsiva que se ve metida de lleno en el camino de un chico en plena etapa de redescubrimiento tras la muerte de su madre. Vista posteriormente, parece ser que fue este el papel con el que la actriz decidió dejar atrás su etapa más juvenil, pasando a aceptar roles mucho más maduros y complejos en líneas generales.

    Con poco más de dos millones y medio de presupuesto, la película se convirtió rápidamente en un éxito de crítica y público en Estados Unidos, recaudando más de veinticinco millones de dólares tras su debut en el Festival de Sundance, logrando obtener además el Independant Spirit Award a Mejor ópera prima. En el resto del mundo, la película pasó casi desapercibida, llegando a estrenarse directamente en muchos países en formato doméstico, como es el caso de España. Sin embargo, el boca a boca ha ido convirtiéndola en una de esas películas indies de culto, al igual que 500 días juntos, Juno o la más reciente Como locos.

    5. V de Vendetta (V for Vendetta, 2005, James McTeigue)

    La adaptación a la gran pantalla de la obra escrita para el cómic por Alan Moore e ilustrada por David Lloyd se ambienta en una futura y distópica Inglaterra gobernada por un partido fascista, narrando la revolución iniciada y liderada por un misterioso personaje enmascarado que se hace llamar V, con el único objetivo de levantar a las clases sociales y provocar por fin la caída del gobierno totalitario existente en la nación tras una crisis nuclear en la que se ve envuelta medio mundo. En esta creciente revolución entra en juego Evey, la joven interpretada por Natalie Portman, que se convierte, tras ser salvada de la muerte por V, en su principal aliada. Para interpretar al personaje, Portman no dudó ni un segundo en raparse la cabeza, silenciando una vez más a todo ese arsenal de críticos empeñados en verla como una actriz juvenil con cara de niña e incapaz de crecer en el cine a pesar de sus indudables y cada vez más maduras interpretaciones.

    A partir de aquí, la película pasó de ser un éxito de crítica a convertirse literalmente en una obra de culto contemporánea, siendo símbolo de múltiples movimientos populares o incluso dando cara al movimiento hacker Anonymous, que inspirados por la película decidieron usar la máscara de Guy Fawkes lucida por el protagonista como logo. Como curiosidad y sea casualidad o no, el país europeo (tras Gran Bretaña) donde la película recaudó más dinero fue España. Toda una declaración de intenciones por parte de una generación empeñada y deseosa de un cambio político a nivel nacional. En el imaginario popular quedan ya frases de la película como el «Bajo esta máscara hay algo más que carne. Bajo esta máscara hay unos ideales, y los ideales son a prueba de balas» o la fecha simbólica del 5 de noviembre como el día de revolución popular. «Remember, remember, the Fifth of November…».

    4. Closer (2004, Mike Nichols)

    De nuevo en esa difícil época que parece haber terminado marcando para bien la carrera de Natalie Portman, llegamos a la cinta que le terminó de abrir completamente las puertas de Hollywood tras el rechazo sufrido por su papel de la insulsa princesa Padmé Amidala de la saga Star Wars. Ahí estuvo Mike Nichols, el veterano director de películas como ¿Quién teme a Virginia Woolf? o la mítica El graduado, para darle la oportunidad a Portman de lucirse en el papel de Alice, una camarera de dia/stripper de noche que roba cada escena que aparece en una historia llena de tramposos emocionales que no dudan en ponerse la zancadilla unos a otros para llenar sus vacíos personales. Hacen acto de presencia Julia Roberts, Jude Law y un maravilloso Clive Owen deseoso de conseguir todo lo que desea sin ningún rastro de vergüenza o conciencia moral que le ponga impedimentos, dándonos escenas geniales en la parte final de la película. Especialmente destacables son tanto los montajes musicales al inicio y final de la película como los diálogos y el guión, que no paran de sorprender en cada tramo de la cinta.

    La arriesgada apuesta de Mike Nichols terminó por regalarle la primera nominación al Óscar a Natalie Portman y su primer Globo de Oro a Mejor Actriz Secundaria; en ambos casos acompañados con igual suerte por Clive Owen. Si con Algo en común, Portman cerraba su etapa juvenil, con Closer abría la puerta a patadas de su etapa más alocada, madura e imprevisible, explotando ya de manera totalmente voluntaria su faceta más sexual, sobre la que no duda en reírse cada vez que alguien trata el tema, como en una entrevista para The Guardian. «Cumplo 26 años en Junio y básicamente tengo el cuerpo de un niño pequeño. No puedo evitar reírme cuando alguien dice en el set de rodaje que van a resaltar mi escote en una escena. ¿Qué escote? Si no tengo…» comentaba, mientras además se interesaba por la manera en que los hombres escribían a los personajes femeninos y cuánto de esos personajes llevaban en sí las propias fantasías de los guionistas.

    3. León: el profesional (León, 1994, Luc Besson)

    Nos remontamos ahora a nada más y nada menos que el debut de Natalie Portman en la gran pantalla. Pocos actores pueden presumir de haber debutado en el mundo del cine con tan sólo 12 años de edad y en un papel con tanto peso en su película. La oportunidad le llegó a la actriz judía de la mano de Luc Besson, el cineasta francés defensor de las heroínas de acción y autor de cintas como El quinto elemento, El gran azul, Nikita o las más recientes Malavita y Lucy. En León, Portman interpreta el papel de Matilda, una niña que se ve envuelta en los problemas familiares de su padre y que termina huérfana y con la única compañía de un asesino a sueldo (o limpiador cómo a él le gusta llamarse), que se ve forzado a protegerla y educarla en la medida de lo posible, intentando alejarla de la venganza que parece empeñada en cometer contra aquellos que mataron a su hermano pequeño. Un papel para una Natalie Portman que parecía presagiar la innata madurez presente en ella a lo largo de su carrera. «He dejado de crecer, León, ya sólo me hago mayor» decía mientras a su vez le preguntaba a Jean Reno: «¿Es la vida siempre tan dura o sólo es así cuando eres niño?»

    Una película que además volvía a tratar el tema del amor entre un personaje adulto y uno joven, en este caso de tal manera que se veía forzado a idealizar platónicamente la relación entre ambos y a disminuir la tensión sexual, intercambiándola por escenas más ligeras e inocentes, gracias una vez más a los padres de una Natalie Portman empeñados en apoyar a su hija pero sin dejarla participar en películas que pudieran mal influenciarla. Un 10 para ellos por saber manejar de esta manera la temprana carrera artística de su hija. Portman además dejó claro en los años posteriores que no sentía ninguna necesidad de interpretar a personajes femeninos que terminaban convertidas en objetos de deseo para hombres mucho mayores atraídos por esa pureza e inocencia de su juventud. Adiós a una posible «Lolita» cinematográfica más y bienvenida la rabia romántica de una Matilda que no dudaba en pronunciar un «No me importa una mierda irme a dormir, León. Quiero el amor o la muerte. Eso es todo.»

    2. Jackie (2016, Pablo Larraín)

    Natalie Portman

    La más reciente de las películas incluidas en esta lista no podía ser otra que el biopic poco convencional de la primera dama estadounidense Jacqueline Kennedy, dirigida por Pablo Larraín y producida por Darren Aronofsky. Como bien supo ver el director chileno, esta película era imposible de realizar sin una actriz al frente de la talla y la generosidad interpretativa de Natalie Portman. Una actriz que no lo piensa dos veces a la hora de coger a una de las mujeres más representativas de la historia de Norteamérica y desaparecer por completo en el papel, captando su acento, sus movimientos y esa elegancia que acompañó a Jackie hasta en esos días posteriores a la muerte de su marido, John F. Kennedy. Ni resto queda en ella de la Natalie Portman de otras cintas, más allá de esa mirada triste y perdida que parece acompañar a la actriz en su vida real, como ella comentaba en una entrevista. «Un ex-novio mío solía llamarme Moscú, porque decía que siempre miraba triste por la ventana, como Moscú, como una novela rusa o como una obra de Chekhov… Y con el tiempo me he ido dando cuenta de que llevaba razón. Siempre he tenido esa tristeza, ese anhelo, esa añoranza en la mirada».

    Para Natalie, el principal atractivo para encarnar este papel a pesar del riesgo al que se exponía estuvo en la propia figura de Jackie, una mujer que como ella bien se ha encargado de repetir en múltiples entrevistas supo entender la importancia de la historia y sobre todo de aquellos que la escriben. Es por ello que para evitar que otros mancharan la memoria de su marido, decidió tomar las riendas de la situación y ser ella la que dictara sentencia en lo que terminaría por convertirse en el legado de Kennedy. Genial también el papel del musical Camelot en toda esta historia.

    Además de la soberbia actuación de Natalie Portman, merecen igualmente mención la maravillosa banda sonora de Mica Levi, con momentos de auténtico órdago entre sus tambores de guerra, y los primeros planos elegidos por Pablo Larraín en su primera incursión en la meca del cine y su director de fotografía en esta ocasión, Stéphane Fontaine. También citar al recientemente fallecido John Hurt en el papel del sacerdote o a Peter Sarsgaard en el papel de Bobby Kennedy.

    1. Cisne Negro (Black Swan, 2010, Darren Aronofsky)

    Y llegamos finalmente a la obra por excelencia en la filmografía tanto de Natalie Portman como de su director, Darren Aronofsky. En esta cinta somos testigos de la lucha de Nina, una bailarina de ballet, por conseguir el papel de protagonista en la obra El lago de los cisnes de Tchaikovsky, para lo que necesitará demostrar que no sólo posee la inocencia y la gracia del cisne blanco, sino sacar su lado más oculto para poder aspirar a la sensualidad y la dureza del cisne negro. Una auténtica obra maestra de los últimos años que será recordada por encima de otras películas de mayor éxito en su año como la triunfadora El discurso del rey, además de por otorgarle a Natalie Portman su segundo Globo de Oro y su primer premio Óscar.

    Además de traerle la confirmación definitiva como una de las actrices más importantes de nuestro siglo, Cisne negro le brindó a Portman la estabilidad sentimental y familiar que tanto ansiaba, permitiéndole conocer a su actual marido Benjamin Millepied (coreógrafo de la película), con el que comparte dos hijos, Aleph, de 5 años, y Amalia, nacida el pasado mes de febrero.

    En su discurso en 2015 a los alumnos de Harvard, la actriz israelí dejaba una declaración que no hace más que demostrar su valentía profesional: «Aprovechad que ahora no dudáis de vosotros mismos. Conforme crezcáis os volvereis más realistas sobre vuestras capacidades y ese realismo no nos hace ningún favor. La inexperiencia es una cualidad que os hará pensar de manera original. Aceptadlo y usad esa falta de conocimiento como herramienta. Cuando me propusieron el papel en Cisne negro, lo primero que hice fue decirle al director que prácticamente era una bailarina profesional. Y en cierto sentido no le mentía, conocía el ballet desde que lo practicase de pequeña. Lo que no sabía en ese momento es que para ser bailarina me faltaban 15 años de duros entrenamientos. Pero sin embargo, de haber conocido esas limitaciones y mi incapacidad para ejecutar coreografías dignas de una bailarina profesional, nunca me habría arriesgado a protagonizar esta película. Mi desconocimiento, mi ingenuidad y mi inexperiencia fueron las que me llevaron a ese riesgo tan maravilloso que a día de hoy se ha convertido en uno de mis mayores logros profesionales y personales. No tengáis miedo y arriesgaos.»

    Pues bien, si de algo estoy seguro con respecto a Natalie Portman es que a su carrera le queda un amplio camino por recorrer. Sus mejores películas están aún por llegar, y nosotros no pensamos perdernos ninguna de ellas.

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