Todos sentimos cierta adoración en mayor o menor medida hacia alguien famoso. Ya sea por su carrera, aspecto o forma de ser, es muy entendible que tengamos a nuestro ídolo personal. Pero, ¿hasta qué punto hemos de llevar ese fanatismo? ¿Qué nos da derecho a hacer qué como seguidores?
Fama, la Crónica de una Muerte Anunciada
El caso más sonado recientemente ha sido a raíz de un tweet en el cual un fan (por llamar de alguna manera a este individuo) de la serie Stranger Things denuncia el hecho de que uno de los actores, Finn Wolfhard (que interpreta el personaje de Mike) no se pare a hacerse fotos con ellos a las puertas de su hotel. El hotel en el que se había alojado el actor, no una convención ni un evento especial de la serie. Estaban esperándole durante horas en el único lugar en el que un niño de 14 años iba a poder tener un poco de privacidad. Y aun así, le exigen como un deber suyo que tenga que pararse a atender a gente que puede que le doble la edad que no tiene otra cosa mejor que hacer que esperar durante horas a que pase a pocos metros de él. Fascinante.
Ojo, en ningún momento digo que ser un seguidor de algo sea negativo, ni mucho menos. Este mismo verano, yo estuve esperando durante 12 largas horas en medio de la calle para conseguir entradas a un concierto de la banda indie Imagine Dragons. Pero ni se me pasaría por la cabeza ir al hotel en que van a alojarse para perseguirles, gritarles, llorar, y exigir una foto. Hay una fina línea entre ambos casos, y una persona debería saber diferenciarla.
Entonces, no es muy difícil saber hasta dónde podemos llevar este amor por nuestros héroes, a pesar de que nos sea tan difícil comportarnos como individuos normales si están cerca. Parece que no caemos en la cuenta de que ellos también son seres humanos, con sus sentimientos, miedos y derechos, y no somos nadie para obligarles a no poder salir siquiera a la calle por miedo a que decenas de personas se lancen a hacerse una foto.
Podríamos reflexionar sobre esto durante horas y horas, y la única conclusión plausible que podemos sacar es una muy simple: a la larga, ser mundialmente conocido no parece ser algo tan positivo. Al menos, no hagamos que sea más grave.
A mí esto me pone de los nervios también. Creo que actores y famosos varios tienen que cumplir cuando están en eventos, festivales y demás, pero que se les persiga cuando están en su barrio tomando un helado lo veo lamentable. Espero que sus sueldos millonarios compensen un poco la angustia, al menos : D