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    [SERIES] Stranger Things 2: más grande, más humana, más especial

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    Review de Stranger Things 2 SIN SPOILERS

    Tras más de doce meses de espera, la serie por excelencia de Netflix está de vuelta. En Stranger Things 2, como han venido a llamarla sus creadores, viajamos de nuevo al pueblo de Hawkins, justo a tiempo para el Halloween de 1984 y con la amenaza del Mundo del revés no solo en el recuerdo sino en el presente de todos sus protagonistas, recomponiéndose aún tras lo sucedido al pequeño Will y a la niña con poderes más famosa de la televisión en los últimos años, Eleven.

    Si en la primera temporada el protagonismo recaía en mayor medida sobre estos dos personajes, Eleven y Will, esta segunda temporada regala una mayor importancia a todo ese elenco secundario que conseguía brillar de manera espontánea, pero que sin embargo no disponía del tiempo suficiente en pantalla como para robar la función. Algo que, dicho sea de paso, no impidió a ciertos personajes ganarse el corazón hasta del más duro de los espectadores, como el favorito de muchos, Dustin. Más extraño y casi inexplicable fue el fenómeno fan montado en torno a Barb, cuya muerte no pareció importar demasiado a nadie del pueblo más allá de a su amiga Nancy, algo que esta segunda tanda de episodios se permite explorar ligeramente; pero que terminó convertido por parte de la audiencia en uno de los memes por excelencia de la serie (el #JusticeForBarb), consiguiendo hasta una exagerada e inesperada nominación al Emmy para la actriz que le diese vida, Shannon Purser.

    Stranger Things
    Fotograma de la T2 de Stranger Things

    Esta segunda temporada ofrece un escaparate mucho más luminoso a personajes como el propio Dustin, convertido en pieza clave durante la gran mayoría de episodios junto a su nueva y digamos “adorable» mascota; Steve, al que vemos crecer desde el niñato egoísta y odioso que nos planteaba la primera temporada, a un joven complejo, maduro y hasta altruista; o una Nancy mucho más decidida a encontrar su lugar en el mundo, empeñada en resolver el misterio de la primera temporada, para poder así enterrar en paz de una vez el recuerdo casi fantasmal de su amiga Barb. Este protagonismo tan coral no nos impide asistir sin embargo a la evolución de Eleven, de cuyo pasado y orígenes seremos testigos; de un Will al que una vez más veremos en el ojo del huracán y convertido en pieza de contacto con el Mundo del revés; y de un Mike anclado en sus memorias con Eleven, ansioso de un reencuentro que quién sabe si tendrá lugar. Entre los adultos vuelven a destacar la Joyce interpretada por una Winona Ryder mucho más controlada que en la primera temporada, donde por momentos parecía no poner filtro a su actuación; y un jefe de policía Hooper en constante alerta, convertido casi en padre y protector para la pequeña Eleven.

    Si ya de por sí el reparto de la serie es amplísimo, en esta segunda tanda de episodios se nos presenta a una nueva pareja de hermanos que darán mucho que hablar entre los fans de la serie. El mayor de ellos, Billy, un rebelde sin causa que parece dispuesto a arrebatar el puesto de líder oficial de la manada y chico malo que hasta ahora ostentaba Steve; y la pequeña Max, una pelirroja de ojos claros que viene a poner patas arriba al grupo de amigos protagonistas, especialmente al omnipresente Dustin y al miembro hasta ahora más descuidado de la pandilla por parte de los guionistas, Lucas. Max se convierte por méritos propios en la gran sorpresa de esta segunda temporada, brindándonos a un personaje que no quieres que desaparezca de escena y que, sin embargo, cuenta con mucho menor tiempo en pantalla del que dispone el resto del grupo. Si en Hollywood aún quedan representantes con dos dedos de frente, deberían estar especialmente atentos a Sadie Sink, actriz de quince años que da vida a Max, un auténtico diamante en bruto al que esperemos permitan crecer poco a poco como actriz en trabajos lo suficientemente estimulantes para hacer de ella uno de los próximos referentes jóvenes del cine y la televisión norteamericanas; y algo casi más importante, no verla expuesta al constante escrutinio sufrido por Millie Bobby Brown, a la que ya están convirtiendo en un juguete de feria para las revistas de moda, con apenas trece años.

    Stranger Things 2
    Fotograma de la T2 de Stranger Things

    En cuanto a lo visual, Stranger Things 2 vuelve a no defraudarnos, plantando homenajes a los años ochenta en cada escena, mientras diseña su propia imaginería con el Mundo del revés. Homenajes que van desde videojuegos como Dragon’s Lair o Dig Dug, propios de las máquinas recreativas de antaño; hasta las ya clásicas referencias a películas tan ancladas en la memoria del espectador como Alien, a la que prácticamente se recurre en cada episodio, Cazafantasmas o incluso a Risky Bussiness. Homenajes que quizás comiencen a resultar forzosos para algunos, pero a los que resulta imposible no sucumbir viendo la voluntad con que nació esta serie y con la que piensa llegar hasta las últimas consecuencias: homenajear una época en sí misma y a sus grandes éxitos populares. Si algo no se le puede echar en cara a Stranger Things es su convicción y valentía para seguir el que parece ser su propio mantra: todo está inventado ya, y por tanto, todo puede ser un homenaje.

    La gran virtud de esta segunda temporada es por tanto esa capacidad para ampliar la fantasía de su mundo a la vez que se refugia en la más pura humanidad de sus personajes, haciendo crecer individualmente a todos y cada uno de ellos. Si en la primera temporada la gran esencia de Eleven eran sus poderes, aquí lo será su origen y la razón de su existencia. Lo que antes era una pandilla de amigos divirtiéndose en un mundo improbable y peligroso, aquí es un grupo de jóvenes abriéndose al mundo y comenzando a plantearse sus primeros dilemas reales, desde el primer e inocente amor hasta su capacidad y voluntad para trabajar en equipo, gracias en parte a la aparición de un personaje femenino, algo que escaseaba en la pandilla.

    Stranger Things 2 se convierte de esta manera en una serie mucho más emocional de lo que prometía ser en un principio, pero sin renunciar a la fantasía de la ciencia ficción y a esos toques de humor, a veces tan básicos, que terminan siendo indispensables a la hora de tratar con personajes en situaciones límite como la amenaza a la que se enfrentan durante estos nueve episodios. En definitiva, una segunda temporada más grande, más humana y más especial, que nos vuelve a dar todo lo bueno de la primera sin aquellos excesos que la hacían quedarse en el notable.

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