La verdad, debemos agradecer a Netflix que haya fijado la vista en el cómic independiente y en la fantasía para obtener inspiración de sus nuevas series y películas. Si en su momento ya tuvimos la adaptación de Locke & Key o la reciente película de Charlize Theron repartiendo estopa en The Old Guard, ahora toca el turno a Frank Miller y su visión del mito artúrico en Maldita.
Crítica SIN spoilers.
Una chica, una espada y… ¿un rey?
Como viene siendo habitual a lo largo de la obra de Miller (como por ejemplo, 300), el autor actualiza elementos que están en el imaginario popular, les da un giro oscuro y más violento, manteniendo la esencia. Maldita nos presenta a Nimue, una joven Fae, rechazada entre sus iguales. Los Fae son un pueblo que vive en comunión con la naturaleza y los espíritus que viven en ella, pero Nimue está marcada por el mal, con un poder que apenas puede controlar.
En Britania, la guerra entre la tradición y la nueva religión cristiana está acabando con los Fae. El conflicto llega hasta el pueblo de Nimue y, como un último deseo, se le entrega una espada mágica que deberá devolver al mago Merlín para traer la esperanza a los Fae. Lamentablemente Merlín está lejos de ser el mago que fue y el camino de Nimue estará lleno de problemas. Su primer encuentro con los humanos será con un bandido que codiciará su carga. Un bandido llamado Arturo…

Maldita, la fantasía juvenil made in Netflix
Volviendo al material original, el trabajo de Frank Miller es conocido en el cine por película ultraviolentas y excesivas en lo visual, como puede ser Sin City o 300, por lo tanto todo el mundo se sorprendió el aspecto juvenil que tenía la adaptación de Maldita. La serie de Nimue, Arturo y Merlín consigue funcionar bien para un gran rango de públicos, manteniendo suficientes elementos adultos.
La entrar en el juego de Maldita, hay que olvidar por completo el mito artúrico. La historia conserva los nombres y alguna referencia, pero es una reinvención por completo. Cuando la serie se anunció hubo ciertas voces críticas en redes que refunfuñaban acerca de la falta de «rigor histórico» de la serie. Maldita es una serie de fantasía y ficción y la abraza desde el primer minuto, sin buscar nada más que el entretenimiento.
A pesar de ser una serie de entretenimiento, Maldita tiene hueco para introducir reflexiones más modernas. Se está volviendo un conflicto habitual en series de fantasía la lucha contra la tradición, generalmente poniendo a la religión como arma. Ya lo vimos en Juego de Tronos y hay algo de eso (más político, pero similar) en Carnival Row y aquí los monjes fanáticos son los principales antagonistas. Sin duda el vestir la crueldad bajo una capa de religiosidad y beatificidad conforma una figura de villano muy efectiva.
Un reparto y unos efectos con altibajos
En ese sentido, la serie ofrece un elenco de secundarios bastante decente. Peter Mullan como el líder de los Paladines Rojos o Emily Coates como la monja fanática tienen el aspecto perfecto para la severidad de sus personajes. Gustaf Skarsgård como Merlín es posiblemente el mejor personaje de la serie y demuestra que su familia es una de las más polifacéticas de Hollywood. Lamentablemente, uno de los mayores problemas de la serie es el dúo protagonista y se debe mayormente al propio guion. Katherine Langford como Nimue resulta un poco exasperante pero en general el Arturo de Devon Terrell parece existir únicamente para alargar la trama, incluyendo capítulos enteros de relleno desde el 2º episodio.
Los escenarios y los efectos especiales de la serie también son un tanto irregulares. Cuando Maldita muestra algún escenario boscoso o alguna ciudad, cae en ese «efecto Xena» que parece que todos los lugares son en realidad, distintos planos de cámara del mismo sitio. En muchas ocasiones, las ciudades parecen pequeñas y sin personalidad, pero otras veces, como en la corte del Rey Mendigo o el castillo de Uter, los escenarios dan gusto. Con los efectos y maquillaje pasa lo mismo. En el mismo episodio podemos ver a Fae que parecen cosplays y acto seguido un oso-demonio generado por ordenador temible. Al final, y una vez nos hayamos acostumbrado también a las transiciones extrañas que tiene la serie, todos esos altibajos se suavizan.
Cuando empecé a ver la serie, me encontraba un poco condicionado por las críticas que vi por internet, generalmente relacionadas por la historia del cómic. Sin embargo, disfruté perfectamente de Maldita, conformando un producto de entretenimiento muy efectivo y entretenido. Siempre da gusto que los grandes portales sigan apostando por el cómic y la fantasía.






