Un blues para Teherán, 2 de julio en cines
El periodista y crítico de cine Javier Tolentino se esconde tras las cámaras de Un blues para Teherán, un documental mágico que nos presenta Irán a través de su música. El documental fue presentado en el D’A Film Festival de Barcelona el pasado mes de abril y mayo y llega el 2 de julio a los cines españoles.
Javier Tolentino ha formado parte del programa cultural El ojo crítico y es creador y director de De cine, El otro cine es posible o El séptimo vicio. Además, es autor de Disculpen que les hable de la radio, Un alfabeto para Emma Suárez y El cine que me importa. Javier ha querido pasar un rato con nosotros para hablar de Un blues para Teherán.
«Mi idea era construir un proyecto cinematográfico… y grabar las canciones más hermosas de la música persa»
¿Cómo nace este documental?
Javier Tolentino: Nace desde el cine, desde mi debilidad por el cine iraní, por como yo me he formado en los centro de formación cinematográfica de Asghar Farhadi, de Víctor Erice y de Abbas Kiarostami. También de mis viajes a Irán, en principio, para llevar las coberturas de los festivales de cine de Teherán.
Con estos tres vínculos, de alguna manera, el cine iraní, encuentro con los cineastas iraníes o con el cine español más poético y, después, con la experiencia de los viajes en Irán nace en mí la idea de construir un proyecto cinematográfico que se tradujera en cómo un periodista viaja a Irán para descubrir o para encontrar y grabar las canciones más hermosas de la música persa.
¿Crees que has conseguido plasmar todo lo que querías?
J.T: Estoy contento con el resultado. Creo que esa dificultad que uno tiene cuando empiezas en un nuevo contexto es muy personal, me veo muy reflejado en el lenguaje de esta película. Es mi discurso cinematográfico, no puedo pedir más.
La música es la esencia de Un blues para Teherán ¿por qué decidiste escoger este elemento?
J.T: Tienes razón, la música es la esencia de esta película. Mi formación es musical, procedo de 25 años de trabajo en una emisora cultural-musical de la radio pública española. Mi formación siempre ha tenido la música como lenguaje o estructura donde luego poder hacer otras cosas como el cine. Entonces, me siento seguro con los músicos, que hablamos el mismo idioma, eso por una parte.
Por otro lado, que en Irán le das una patada a una roca y salen músicos por todas partes, no es que yo vaya a un país donde la música no signifique nada. En Persia la música ha influido a todas las músicas del mundo, hasta en el flamenco. Creo que la música me valía muchísimo para tener un diálogo con Irán.
«En Teherán es muy peligroso grabar porque está la policía, los militares, incluso, con los confidentes…»
¿Y por qué en Teherán?
J.T: Si vas a hablar de Irán no puedes omitir Teherán. Es también un poco la expresión de la derrota de un pueblo persa que entrega a una ciudad casi vacía toda su historia. Por eso es un poco triste, un poco blues.
En el fondo, al centrar todo en Teherán estás expresando quizás la derrota de un país en el que las ciudades más hermosas, más antiguas y con mayor conocimiento, precisamente, no es Teherán. Es como una contradicción.
Además, podemos ver como es Irán, que quizás tenemos una imagen de un país menos desarrollado.
J.T: Así es. Teherán es la ciudad más cosmopolita de Irán, la más moderna y la que tiene más poder. Pero también donde se tortura, donde se fusila. Teherán es mucho Teherán, y mucho Irán.
¿Cómo fue grabar allí?
J.T: No fue fácil por varios motivos. Primero, porque para conseguir los permisos y las autorizaciones para filmar en las calles de Irán, fue una tarea de producción muy larga, prácticamente dos años. Después, en Teherán es muy peligroso grabar porque está la policía, los militares, incluso, con los confidentes.
Fuimos a comisaría y nos hicieron borrar algunas imágenes que ellos consideraban que no deberíamos haber filmado. Y esas fueron las dificultades básicas. Y la tercera dificultad es el clima, rodar en verano, casi a cuarenta grados por el desierto. Fue duro para todo el equipo. Pero todo muy satisfactorio porque había que rodar así para mostrar esa luz que tiene Irán.
P: ¿Con qué te quedas del rodaje de Un blues para Teherán?
J.T: Me quedo con que los ciudadanos son tremenda mente kurdos, cariñosos y afectuosos. Nada que ver con sus políticos, como en todos los sitios. Y con su disidencia, porque están respondiendo al poder político de su país de la forma que pueden y de la forma de su cultura, porque los persas son muy sutiles.
Me quedo con eso, con el afecto con el que hemos sido recibidos, con la cultura. Nos lo han dado todo con casas abiertas, en fin, en todo. Y con que ellos no es que sean sumisos, me quedo con su protesta, con su disidencia a lo iraní.
La tradición y la modernidad conviven y se confrontan, ¿qué le dirías a los espectadores para que fueran a verlo?
J.T: Creo que en las plataformas tienen muchísimas películas de animación, de efectos especiales, de terror, de superhéroes… todo eso lo tienen al alcance de la mano. Que se vengan al cine ahora en verano a abrir un cuento persa poético.
Si les apetece la poesía, si te gusta los cuentos de oriente, que se vengan y dejen de ver tanta película de efectos especiales y héroes, que eso está bien, pero para las plataformas. Que vengan a ver al cine Un blues para Teherán. Dicho todo esto de una manera un poquito dulce.
Así el 2 de julio llega a las pantallas el primer documental de Javier Tolentino, Un blues para Teherán.