Más de 15 años han pasado desde que Michael Bay decidiese empezar a explotar la que sería toda una gallina de los huevos de oro de las franquicias multimillonarias de acción. Por aquel entonces la nostalgia no se destilaba tanto como reclamo publicitario y realizar una película sobre robots que se transforman en coches propiedad de una marca de juguetes.
Pero funcionó. Y vaya si...