Con el Teatro de la Maestranza de Sevilla como escenario, y Cold War como máxima favorita en la trigésimo primera edición de los European Film Awards (EFA), la cinta polaca dirigida por Pawel Pawlikowski ha sido la protagonista absoluta en una noche que se prometía singular, pero donde la mayor sorpresa ha sido, irónicamente, la total ausencia de ella.
Con el sol pegando de lleno en la tarde sevillana, y el reloj marcando algo más de las cinco y media, comenzaban a desfilar por la alfombra roja de los EFA el sin fin de estrellas europeas destacadas a lo largo de la temporada. De Wim Wenders (presidente de la Academia de Cine Europeo, y el primero en llegar al lugar) al británico Chiwetel Ejiofor, pasando por los homenajeados Ralph Fiennes, Costas-Gavras o Carmen Maura; todos hicieron las delicias de prensa y fotógrafos durante casi dos horas de puro calentamiento para la gran fiesta del cine europeo.
Tras unos taconeos (cosa desgraciadamente previsible en toda ceremonia que se celebre en Sevilla, y que además se repitió en varias ocasiones a lo largo de la noche) y una breve introducción de la cineasta y vicepresidenta Agnieszka Holland, no fue otra que Rossy de Palma la encargada de abrir el chiringuito, jugándose el opening de la gala a base de bailes y humor. A continuación, sería la también española Emma Suarez quien entregara el premio Eurimages a la coproducción europea a Konstantinos Kontovrakis y Giorgos Karnavas en estos EFA 2018.
A partir de aquí, empezarían a sucederse los primeros premios de la noche, con Marcello Fonte llevándose a casa el EFA a Mejor Actor por su papel protagonista en Dogman. El actor italiano, favorito desde su victoria en el pasado Festival de Cannes, subió al escenario sin saber muy bien a quien agradecerle el premio, para terminar acordándose de sus compañeros nominados, entre las risas y el desconcierto del público.
Sería momento entonces para el primer discurso reivindicativo de la ceremonia de los European Film Awards, con Agnieszka Holland de nuevo en el escenario para recordar con sus palabras a aquellos autores que se juegan la libertad para hacer cine y personificando el mensaje en las figuras de Oleg Sentsov (encarcelado) y Kirill Serebrennikov (en arresto domiciliario en Rusia).
Le llegaba el turno de brillar a Girl, premio Fipresci al descubrimiento europeo del año. Subió a las tablas del Maestranza el belga Lukas Dhont, que se acordó en su discurso de agradecimiento de Victor Polster, el protagonista, alma y corazón de la película. Con Un día más con vida de Raúl de la Fuente llevándose el premio a la Mejor Película de Animación Europea del año, y convirtiéndose en la única victoria patria de la noche, la prensa española celebraba con la misma euforia con la que posteriormente lamentarían la derrota de El silencio de otros a manos de Bergman: A year in a life en la categoría documental.
Las tablas del Maestranza (y Sevilla entera) se iluminaron en los EFA al aparecer en escena la actriz Vicky Krieps para presentar el premio a Mejor Guión. Con casi una hora de gala, comenzaba el festival para Cold War, con la victoria de Pawel Pawlikowski, quien posteriormente volvería a subir al escenario para recibir el premio a Mejor Director Europeo, y el de Mejor Actriz en nombre de una Joanna Kulig embarazada de siete meses imposibilitada de viajar hasta Sevilla para recoger el premio, pero que pocas horas más tardes compartiría su alegría vía Instagram, desde la ciudad de Los Angeles.
Comenzaron los premios honoríficos con la entrega del premio extraordinario al griego Costas-Gavras, presentado por Wim Wenders, y recibido con una ovación cerrada en el recinto. Con el premio a Mejor Comedia Europea para La muerte de Stalin, y la gala cayendo en picado con un ritmo marcadamente soporífero y las caras de estupefacción y desconcierto de Chiwetel Ejiofor como protagonista, saldría de nuevo Rossy de Palma acompañada esta vez de un Carlos Areces dispuesto a rescatar a la ceremonia de sí misma, al igual que haría unas horas después en la fiesta posterior a la gala, haciendo suyo el puesto de DJ y soltando temazo tras temazo (de Michael Jackson a AC/DC, pasando por un «Algo se muere en el alma, cuando un amigo» se va, cantado en el Casino de la Exposición de Sevilla como si de la Feria de Abril se tratara) para disfrute de todos los invitados, incluido el mismísimo Pawel Pawlikowski, desatado en la pista de baile como ninguno nos habríamos imaginado.
Llegaba la hora de presentar el premio honorífico de la noche a Carmen Maura. «Hoy, yo soy el hombre al borde del ataque de nervios, y tu eres la estrella del cine europeo», le decía Wim Wenders justo antes de que, saltándose el guión previsto, Maura subiera al escenario y con toda la naturalidad que la caracteriza, se encargase de regalar uno de los momentos más emotivos y divertidos de la noche, soltando un speech a medio camino entre el español, el inglés y hasta el francés, para levantar a un teatro de la Maestranza que se caía en aplausos, rendido a sus pies. En sus palabras, se acordaba de Barbara Lennie (nominada a Mejor Actriz en la gala), así como de todas esas actrices que están comenzando, como si de un relevo generacional se tratase.
El premio honorífico restante, para Ralph Fiennes, no fue menos. El británico, consciente de la importancia y la repercusión de escenarios como estos para enviar un mensaje de unidad y confianza en un proyecto europeo, para él es un sentimiento y un instinto, que el público escuchaba como quien escucha la palabra de Dios. Toda una leyenda de la actuación, recibiendo un premio en una ciudad de Sevilla convertida durante varios días en la capital de Europa a nivel cultural. Un privilegio que muchos jamás seremos capaces de llegar a valorar, pero que sin ninguna duda, recordaremos hasta el último de nuestros días.
Y con todo ya prácticamente hecho, y sin posibilidades reales para la sorpresa, llegaba el momento grande de la noche, con el equipo de Cold War subiendo en conjunto al escenario para recibir el esperado premio a Mejor Película Europea del año de los EFA. Una cinta envuelta en delicadeza, cuidada en cada plano y en cada nota, convencida de no necesitar enseñarlo todo para compartir una historia tan universal como atemporal. Un torbellino imparable de emociones que merecía ser premiada como la obra de arte que es. Una cinta de amor en tiempos de Guerra Fría, rodada en el blanco y negro más cálido jamás filmado. Un regalo para la vida, y para la historia de Europa, firmado por un Pawel Pawlikowski que ya es Maestro cinematográfico de todo un continente.
Y con una noche de cine para el recuerdo del viejo continente, desde Sevilla no podemos hacer más que agradecer a todos aquellos que desde la capital del sur trabajan para que año tras año, la cultura crezca en una ciudad que en 2018, y ahora sí, puede ser considerada un absoluto referente de la cultura cinematográfica, enamorando a propios y extraños y atrayendo a los eventos más relevantes del séptimo arte. Con estas palabras, nos despedimos, pero no por mucho tiempo. ¡Nos vemos en las salas!