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    Millennials y The Mandalorian: Una nueva esperanza

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    The Mandalorian: This is CLEARLY The Way

    Llevo tiempo queriendo un artículo sobre lo que significa ser Millennial y fan de Star Wars; pero nunca parecía el momento. Quise hacerlo cuando terminó El Ascenso de Skywalker, pero quizá hubiese tenido un tono demasiado catastrofista. Pero con el brutal final de la segunda temporada de The Mandalorian, creo que es un momento perfecto. Y lo es porque confirma lo que ya sospechaba de la majestuosa serie de Jon Favreau y Dave Filoni: Para los Millennials, es una nueva esperanza.

    Nací en 1987. Eso significa que cuando a mediados de los noventa empujé por primera vez un VHS de Star Wars en mi vídeo, la saga ya llevaba más de una década asentada. No importó. Como tantos otros niños de mi generación, yo quería mi sable láser, quería pilotar el Halcón Milenario, quería vencer al Imperio. Y entonces llegó el anuncio soñado por tantos de nosotros: Star Wars volvía.

    Cuando el Lado Oscuro enturbió todo

    La historia es de sobra conocida, casi dolorosa de contar. En mi vida he tenido una decepción cinematográfica tan grande como la que me brindó La Amenaza Fantasma. Y eso que solo era un adolescente; no quiero imaginar lo que supuso para los que ya tenían una edad para juzgar el cine como es debido. No mucho mejor resultó El Ataque de los Clones. Y aunque tampoco fuese una revolución, personalmente creo que la saga encontró un poco de redención con La Venganza de los Sith.

    Quizá por eso en 2015 otra vez piqué y en el cine me planté a ver El Despertar de la Fuerza. Nuevo bajón. Traté de racionalizarlo: «ya no soy el público target… los niños no han visto esto mismo hace 20 o 30 años… los efectos no están mal…». La conclusión era clara: Star Wars ya no era para los Millennials. Lo seguí intentando, y Rogue One supuso un rayo de luz: por fin no todo es blanco o negro; por fin los giros me sorprenden; por fin algo refrescante.

    Pero después llegó la que yo considero la peor película de toda la saga principal: Los Últimos Jedi. Intentó emular a la que yo considero mejor película de la saga (El Imperio Contraataca) y se estrelló. Quizá Solo podría haber llegado a tener el efecto de Rogue One, pero por alguna razón, no llegó a convencerme tanto. Posiblemente porque considero que Alden Ehrenreich no estuvo a la altura de lo que espero de Han Solo; y que Emilia Clarke está inusualmente desubicada. Vale, el listón estaba alto, pero aún así… El Ascenso de Skywalker no aportó mucho más; poniendo un esperado cierre a una trilogía no apta para Millennials.

    Las grandes desconocidas

    Sin embargo, poco más de un mes antes de el noveno episodio, una extraña serie vio la luz. Y los Millennials que verdaderamente eran fanáticos de Star Wars lo predicaban a voces a los cuatro vientos: «¡Ésta es la que tenéis que ver!». Y no se equivocaban. Cuando por primera vez «vi» a Pedro Pascal y su nuevo pequeño amigo, supe que eso es lo que yo esperaba del universo Star Wars. El pseudo-western ofrecía lo que encontré en las primeras sagas y seguía buscando: conexiones sorprendentes, personajes carismáticos, moral en escala de grises y tantas otras cosas que no existían (o no supe hallar) en la tercera trilogía de películas.

    Vale, reconozco que partía con ventaja para esto, y la ventaja es tan sencilla como dos series de animación: The Clone Wars y Rebels. Aquellos que hayan visto The Mandalorian habiendo visto las dos series de animación la habrán (habremos) disfrutado a un nivel más, cosa que ya era complicado. No voy a mentir, las series de animación son para niños y están llenas de «relleno», pero si habéis «flipado» con The Mandalorian, recomiendo encarecidamente que veáis (como mínimo) los episodios clave de estas dos maravillas de Filoni. Allí siembra los vientos que están desembocando en esta magnífica tempestad, y os ayudará a ver la enorme profundidad del «Filoniverso».

    Un blanco de los de uno entre un millón

    Porque sí, si hay que mirar a una de las claves del éxito de The Mandalorian, esa es sin duda Dave Filoni. El animador que creyó que la oferta para trabajar en Lucasfilm era una broma lleva desde 2005 siendo uno de los ejes principales del universo Star Wars. A él se unen la dedicación y genio de Jon Favreau y, por supuesto, el talento de Pedro Pascal. Combinarlos ha sido un blanco de los de uno entre un millón.

    ¿Y qué tiene que ver todo este divagar con los Millennials? Como diría Yoda (Sénior): «Absolutamente todo». Porque The Mandalorian es lo que ha reabierto nuestro hueco. En ella sí somos parte del «público objetivo». Podemos seguir deseando que salga lo siguiente de Star Wars sin miedo a pensar que será una decepción. Podemos tener ganas de lo mucho que está por venir. Podemos querer saber qué sigue sucediendo en esa galaxia muy, muy lejana. Para los Millennials, The Mandalorian es Una Nueva Esperanza: la esperanza de seguir disfrutando.

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