La serie de Netflix ha sorprendido al público y se ha convertido en uno de los grandes éxitos de la plataforma
El juego del calamar se ha convertido en todo un fenómeno mundial. La serie surcoreana se ha convertido en la más vista en la historia de Netflix con 111 millones de espectadores, superando a grandes apuestas de la plataforma de streaming como Los Bridgerton, The Crown, House of Cards o Stranger Things. La serie creada por Hwang Dong-hyuk ha sido recibida con entusiasmo por parte del público y pese a que algunos la tachan de sobrevalorada, parece que el proyecto tendrá continuidad en una segunda temporada
La serie sobre los sádicos juegos en los que 456 personas participan para obtener una fortuna y solucionar sus problemas económicos se ha convertido en una de las grandes historias del año. La semana pasada os hablamos de los tres primeros capítulos, y ahora toca reflexionar sobre esta primera temporada, las lecciones y los grandes momentos que nos ha dejado.
Un retrato de la sociedad occidental y sus demonios
Siguiendo la estela de los últimos años en el cine surcoreano, El juego del calamar se ha convertido en un éxito por la tensión que transmite, por su estética, por ese puntito gore que tiene o por la sencillez de una historia tan humana con inverosímil. La serie no decae en ningún momento y es equilibrada a partes iguales entre drama y acción. Pero lo más importante de la serie es el retrato que hace de la sociedad occidental y de los demonios que la atormentan.
Cada personaje tiene unas motivaciones distintas, todas centradas en resolver una serie de problemas económicos que los afectan a ellos y a sus seres queridos. Somos capaces de empatizar con los personajes y ponernos en su piel. Unos personajes atormentados por la desigualdad de un mundo injusto. Su oportunidad pasa por lograr el premio final y con él solucionar sus vidas. Ver a personajes tomar decisiones en situaciones límite siempre ha sido uno de los grandes atractivos del cine.
En este caso, debemos centrarnos en el desarrollo de los dos protagonistas. Mientras Gi-hun (Lee Jung-jae) lucha por conseguir el premio, mantiene su humanidad y su espíritu de solidaridad hasta las últimas consecuencias. Actúa de corazón y en equipo pese a saber que al final de la partida solo podrá quedar uno. Por otro lado, Sang-woo (Park Hae-soo), presentado desde el principio como un hombre formal e intelectual, experimenta una transformación a lo largo de la serie, convirtiéndose en el más despiadado de los concursantes, sin dudar siquiera un segundo en matar a Sae-byeok (Jung Hoyeon). La evolución de ambos personajes es uno de los mayores logros de la serie, y ejemplifica a la perfección los límites que es capaz de sobrepasar una persona cuando no le queda nada que perder.
Seis pruebas mortales y muchos buenos momentos
El motor del juego y lo que ha hecho que tengamos impaciencia por ver el siguiente capítulo, han sido saber cual sería la siguiente prueba y si nuestros protagonistas serían capaces de sobrevivir a ellas. Un grupo plagado de aparentes debilidades que sin embargo supo sacar partido a sus cualidades.
El juego «Luz verde, luz roja» (objeto de la mayor parte de los memes sobre la serie) parecía el más sencillo, pero todos pudimos sentir el terror de los participantes al saber que caer eliminados significaba morir a sangre fría. A pesar de ser la prueba más sencilla, acabo siendo la más mortífera, con más de 200 víctimas (y Gi-hun apunto de ser una de ellas si no llega a sujetarle Ali). Los siguientes juegos van haciendo mella en los personajes y a medida que avanza la partida, los límites entre lo que está bien y lo que está mal se van volviendo cada vez más difusos.
Para el recuerdo queda la emotiva escena del juego de las canicas, donde cada uno de los protagonistas debe eliminar a otro personaje querido de la serie, el truco de Gi-hun con las galletas de azúcar, la tensión durante el juego de la cuerda o la que es, al menos para un servidor, la mejor prueba de todas las de la serie: la prueba del puente de cristal.
Además de las pruebas, uno de los momentos más tensos de toda la serie es la fatídica noche en la que Deok-su (Heo Sung-tae) y su grupo deciden iniciar una guerra en plena oscuridad para eliminar al mayor número de adversarios posibles en una matanza. Una escena salvaje que quizá sea la más dura y escalofriante de toda la serie. La batalla final, con Gi-hun como único superviviente, es el momento cumbre de una serie que no deja respirar hasta el último momento.
Grandes incógnitas para la segunda temporada
El final abierto de la serie hace evidente que habrá una segunda temporada, más si cabe después del tremendo éxito de la primera. La serie termina con Gi-hun en busca de venganza: ¿cómo tratará de hacer justicia a los creadores del juego?
La segunda temporada también tendrá que responder otras preguntas y completar tramas como la del policía Jun-ho (Wi Ha-joon) y su hermano, el líder del misterioso juego. También la del entrañable anciano Il Nam (Oh Yeong-su) quien se acaba revelando como creador del juego. ¿Cómo llegó a crearlo? ¿Cuáles eran sus motivaciones reales?
Sin duda son muchas preguntas por responder, y aunque se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas, hay mucha expectación por saber cómo lograrán los creadores de la serie crear nuevo contenido y seguir con la historia de Gi-hun.
Mientras esperamos la segunda temporada, y sobre todo si eres de los pocos que aún no la ha visto, te invitamos a que veas El juego del calamar en Netflix.