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    El mal no existe, la nueva reflexión de Ryûsuke Hamaguchi

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    Sin duda no es la primera ni la última vez que lo digo, pero el cine japonés se recrea en los silencios y en las pausas, componiendo situaciones a base de la rutina y cotidianidad. El director japonés tiene el voto de confianza de la crítica después de la aclamada Drive My Car, presentada hace dos años en el Festival de Cine de San Sebastián, pero ahora repite después de pasar por Cannes con El mal no existe (Aku Wa Sonzai Shinai), una historia con varias capas y que para bien o para mal, deja gran parte de la reflexión al propio espectador.

    Takumi es un solitario hombre que vive junto a su hija en un pueblo cerca de Tokyo. Su vida transcurre tranquila, ayudando a sus vecinos siendo el «hombre para todo» allí. Toda esa normalidad se ve altera una vez dos representantes de una gran empresa lleguen para intentar convencerles de realizar un proyecto de un camping que trastocará todo el ecosistema natural y la propia comunidad de vecinos que vive ahí.

    El desequilibrio en la naturaleza

    Los primeros minutos de El mal no existe son un duro peaje para entrar en esta interesante historia. Hay que empezar destacando de la cinta es su excesiva lentitud y en la capacidad del director de recrearse en los bucólicos entornos naturales, pero hasta que arranca el primer diálogo tenemos demasiados minutos que no ofrece nada más que una postal de la naturaleza.

    En su tramo medio la película se desenvuelve como un bonito mensaje naturalista, reflexionando acerca de cómo los humanos impactamos en nuestro alrededor y en cómo el detalle en apàriencia más insignificante puede tener consecuencias catastróficas a largo plazo. Este punto quizás es el más ameno de El mal no existe, mostrando diálogos con cierto humor pero también analizando el cómo la sociedad te atrapa más allá de los deseos del propio individuo.

    Ryusuke Hamaguchi es conocido por hacer películas extensas en su duración (no olvidemos, que Drive My Car, de casi 3 horas de duración, estaba basado en un relato corde de menos de 10 páginas), pero en El mal no existe tengo la sensación de gran parte de la historia se ha quedado en la mesa de montaje o de guion. Los trasfondos de los personajes son apenas sugeridos y sientes que hay una historia paralela que no se cuenta al completo.

    En su final la cinta da un giro completamente inesperado que deja al espectador la opción de construirse su propia conclusión, utilizando para ello un lenguaje metafórico y onírico que por seguro será la delicia de algunos. El mal no existe es una película reflexiva, como todas las del director japonés, brillante en lo formal, pero que se siente un poco vaciía en contenido y plantea cierta confusión en su final.

    DIRECCIÓN: Ryusuke Hamaguchi / GUION: Ryusuke Hamaguchi / REPARTO: Hitoshi Omika, Ayaka Shibutani, Ryuji Kosaka, Rei Nishikawa / GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 105 minutos / FECHA DE ESTRENO: Pendiente.

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