Psicoanalista y judío. Elía (Toni Servillo) tenía todas las papeletas de ser un personaje de un filme de Woody Allen aunque, en lugar de desarrollarse en Manhattan, Déjate llevar se resuelve en el ghetto de Roma, una parte tremendamente desconocida en el cine. Francesco Amato excava en la psicología de los personajes y los construye desde el interior, pero no es suficiente.
Déjate llevar: previsible y amable
Elía es un psicoanalista freudiano que comienza a hacer deporte por recomendación del médico. Aunque a regañadientes, acude al gimnasio, donde conocerá a Claudia (Verónica Echegui), una entrenadora personal española que le cambiará la vida.
Ni una sorpresa: Déjate llevar es solo una sucesión de gestos predecibles que se enlazan unos con otros y resuelven una comedia ligera de El peliculón de Antena 3. Frente a la previsión más absoluta está la sinceridad y la carencia de hipocresía a pesar de mostrar una historia tan políticamente correcta que roza lo absurdo.
En la presentación de la cinta, Verónica Echegui insistió en la inteligencia y ferocidad del guion, pero la sala se mantuvo en silencio durante la proyección exceptuando un par de risas estridentes y de sonrisas tontas que no terminaron de calar en la sala.
Déjate llevar: Toni Servillo y ni por esas
El mismo Toni Servillo que conquistó al mundo en La Gran Belleza encarna el papel del personaje principal. A pesar de tener un gran recorrido a su espalda, el espectador no termina de empatizar con el personaje que interpreta. Por otro lado, Verónica Echegui se arma de valor y se atreve a rodar en italiano. Sin embargo, la actriz madrileña parece estar condenada a personajes banales y cuando parecen algo arriesgados, siempre quedan a la sombra de los masculinos.
Título original: Lasciati andare
Director: Francesco Amato
Reparto: Toni Servillo, Verónica Echegui, Carla Signoris, Luca Marinelli, Valentina Carnelutti, Pietro Sermonti, Glen Blackhallk, Paolo Graziosi
Estreno: 2 de febrero
